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viernes, 27 de agosto de 2010

ROSARIO CUENTO (MICRO CUENTO)


Sucumbía el atardecer
En los caudales hercúleos del rio amazonas
Donde la fauna
Se divertía en aquellos lugares inhabitados por humanos.

Un rostro femenino entrecortaba el viento
Su aspecto aventurero
Delataba su espíritu libertario
Respiraba serena
Mientras la noche agitada tomaba posesión del cielo.

El viaje seria largo
Sin destinos planeados
Sin un origen ya
Y es que su pasado
Era un paño de agua limpia
Que a pesar de su transparencia
Hervían sus recuerdos
Hasta hacerla vibrar
Con algunos detalles que ella pretendía olvidar.

La tripulación estaba conformada por
El capitán Henry James, de origen ingles
Y que se había establecido en la ciudad de Manaos
Con el fin de huir
de aquel Clima europeo
Que poco recomendable era para sus desequilibrios de salud,
Por otro lado estaba el oficial Antonio Rodríguez
Originario de tierras aztecas
Y cuyo paradero en esta zona selvática
Se debía a que su corazón había sido conquistado por una brasilera,
Estaba también el cocinero Joao Méndez,
nacionalista y con un amplio sentido de pertenecía por su país natal BRASIL,
el preparaba suculentos platos,
y se caracterizaba por elaborar
deliciosos gizados de bagre y piracuru
con extrañas pero agradables especerías nativas.

Después de estas tres personas
Estaban los usuarios que habían salido del puerto de Beltrán
Entre ellos se encontraban algunos comuneros
Que permanentemente se internaban obligadamente en la gran urbe que sobresalía entre la selva
Para comercializar sus productos
Obtenidos de la pesca y agricultura
Después de estos
estaban algunos turistas, médicos, investigadores, incluida Rosario Cuento,
que se delataba huraña
entre la compañía de los demás navegantes.

Rosario Cuento no tenia apellido
Tampoco poseía una cedula de identidad
Y de su niñez solo recordaba algunos fragmentos
Que ni su propia imaginación se atrevía a citar
Tal ves y en su época de niña
Debió de ponerse más años
Para ser mujer a temprana edad
Y conocer la textura y colores
De los diferentes billetes
Que traían siempre a puerto
Los recién llegados
Como también las caricias sádicas
De aquellos hombres
Que dislocaban sus sueños vírgenes
Con sus enmarañados deseos prehistóricos.

El barco avanzaba…
Que menudo era visto
Ante lo ojos de algún ser omnipotente
El verlo fluir
Por aquellas aguas verdes
Se podría comparar
Con el espectáculo infantil
De ver los barcos de papel
Flotando y hundiéndose
En la tina de mama
o en la pileta de la plaza publica
que infinito era el mundo
con sus pequeñeces gigantes
y con el alma de cada uno de sus ocupantes
siempre desintegrándose
con las posibilidades de la fe
y la necesidad de mirar al cielo
y al morir
tener su propio paraíso
lleno de flores
azules turquesas
lleno de azúcar
y libre de proxenetas.


Giraba y giraba
Patinaba a la ves
aquel barco
Ya se acercaba a su destino
Sus ocupantes desperezaban sus extremidades
Tocarían tierra firme
Los secretos de aquellos pasillos
Serian eliminados
Cuando el barco inmovilizado
Seria liberado
De basura
Y sus pisos limpiados
Como también las sabanas
Serian cambiadas
Con el llanto que estas tenían acumuladas y
La sal del sudor
Las eyaculaciones del sol
Y el temblor de la ansiedad
Todo
Seria renovado
Por franelas blancas
Olorosas y llenas de aroma a vainilla
Mientras Rosario colores
Sin apellido ni hombre
Tendría que esconderse en la ciudad
Para ser fantasma del día
Y estar vivan en la noche
Haciendo magia con su falda
Y malabares con su alma
Inmóvil en la soledad
Ágil en plural
Su niña interior
Habría de esperarse
A que un nuevo rumbo fijase
La adulta que manejaba el cuerpo
Las laceraciones del sexo
Apedreamiento carnal
La tenían agotada
Solo una dosis de felicidad necesitaba
Para quebrantar aquel cristal
Que hacia que sus tejidos
Fueran manoseados y profanados
Algun amor llegaría
Por mas fugaz que fuera
Tal ves a un helado la invitaría
Para mermar el calor
Que el clima sudamericano ofrecía
Llorar no servía de nada
Los sermones del cura tampoco
Aunque en su habitación un Cristo desnudo la acompañaba siempre
Este tendría que esconderse
Para cuando un lesionado mental apareciera
Jesús si habría de llorar
Por el camino de su hija
Ausente de un hogar
Todo un vendaval
Que un círculo vicioso
Alimentaba visceralmente
Mientras los cuerpos
Eran manejados como plastilina
Y torsos melosos
Se irritaban
Temblaban fijos bajo un mismo ritmo
Y Rosario Cuento
Al terminar
Levantaba a su único hombre
Barbado
Lacónico
Con cicatrices
Pero suyo
Lleno de plegarias lo mimaba
Una vela encendía
Ella se vestía
Era tiempo de leer
No fruncir el ceño
Asi esta historia terminaba
Para empezar de nuevo
Ante una nueva llamada
Que en la calle se engendraría
Con Rosario como protagonista
Y su espíritu de aventurera
Seria el disfraz
Que en el barco o en la ciudad
Estremecería todas las miradas
Acapararía algunas monedas
Y permitiría comprar una vela
Para su único
Y fiel hombre
Jesús.

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