memoERIZAME

memoERIZAME

jueves, 18 de febrero de 2010

La muerte y su incesante afan por el placer terrenal (titulo provisional)


Sentado sobre su propio cuerpo, con el cansancio gris de la tarde que muere… oye llorar un tango y por su garganta cae el licor, como una serpiente de fuego.
En las manos tiene tatuada la vida: las arrugas parecen bordadas por finísimos hilos de polvo, la cabellera nevada, los labios pálidos, la mirada hacia adentro, rememorando algún nombre, algún perfume antiguo, algún silencio que debió romperse.
La canción se arremolina con los giros del vaso, con la luz mortecina sobre el rostro. A su lado pasa el mundo mudo, porque ya no oye nada, sólo la canción: marcha final de la sinfonía. Fue bueno, como los buenos hombres, de las tierras calientes, donde se pintan verdes los campos, donde llega el amanecer con aromas tibios de mujeres fragantes y cosecha madura. Soñó como todos los hombres que sueñan bajo el sopor de la noche, se permitió los desaciertos, la incertidumbre de no saberse nada frente al basto universo, ungió con caricias extrañas su adolorido cuerpo, también huyo de si mismo y quiso guiñarme un ojo; pero el tiempo se rompe en el instante perfecto, nunca antes ni después.
Hay algunas palabras que no deben callarse, son como remolinos silenciosos que permiten el aire, la luz… él lo sabe y por eso enmudeció. La conoció desde siempre, y cuando nunca pensó, dejo de respirar para él y construyo el cielo en ella. Una fémina escarlata que arrojó su corazón a las penumbras y me lo entregó en los brazos, desnudo, frágil como un chasquido.
Lo encontré bajo la soga, a un paso de la eternidad inducida, descolgué su cuerpo suavemente, abrí sus parpados y le concedí un ultimo tango, un ultimo licor. Gemía, como una criatura oscura que se resiste a la vida, y con diluvios en las pupilas me pidió que lo dejara suspenderse.
Pero su historia no está para el abandono fugaz e hiriente, para eso estoy yo, que cruzaré la calle, acallaré el tango, derramaré el trago… y pondré la soga invisible sobre su cuello ajado, para llevármelo lejos del recuerdo, lejos de la tierra nutricia que no extrañara sus manos, lejos de la angustia y la pasión, lejos, conmigo.
Sentado sobre cuerpo se hamaca en sus brazos y duerme plácidamente en él, para no despertarse bajo ningún aroma, bajo ningún nombre, bajo ningún tango.


BY ALEJANDRA MARIA LERMA GARCIA
Breve semblanza de la trayectoria del autor

Naci el 12 de agosto de 1991, en la ciudad de Cali, el sol fue testigo de mi primer llanto, y creo que fue en ese momento, en medio de la alegría de mi familia y la brisa de la mañana, que mi sensibilidad ante la existencia comenzó a crecer; una sensibilidad que se alimentó con los días, atardeceres, lluvias y cuentos de mi abuelo, la misma que me permite hoy escribir estas frases.

No hay comentarios: